Me llevo conmigo el azul
de las montañas, el viento
en la cruz y sus susurros.
El guardián algarrobo
entre los eternos naranjos,
la patada blanca en la cara,
cortesía de la cordillera.
El arcoiris del atardecer, arrebol de tierra.
El grito de la Luna llena da la bienvenida:
En Chincolco la vida
es color y viento.
lunes, 31 de agosto de 2015
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