sábado, 8 de octubre de 2011

jeg elsker kvinner

No quiero hacer poesía rimando palabras, no quiero prosar adornadamente hoy.
Quiero decir lisa y llanamente que me encanta.
Esa sonrisa que viene de la boca, del cuello y hasta la raíz de los senos sólo para distraerme un momento. Si hasta a veces pienso que las manos sonríen al levantar el cigarro.
Quiero decir que no hay ritmo que no se acople a esa cintura desequilibrada, un vestíbulo entre cuerpos que en su minimalismo encuentra su forma de brillar, un abdomen de porcelana en el que lo único que puedo pensar es sobre cuán suave pueden ser mis manos o mis labios sobre él.
Quiero decir que cada lunar es un párrafo en la historia del cuerpo, y que cuando se les ocurren estar entre los senos, son como esa página maldita que siempre aparece cuando quiero ojear. Cada cicatriz, cada historia: y con historia me refiero a una excusa para escuchar tu voz. Perdón, dije "TU voz"? Esto ya empieza a sonar personal. Pero de verdad me gusta estar escuchando tus ojos, mirando tus labios articular palabras.
Quiero decir que las patas de gallo, las marcas de una sonrisa sempiterna, los párpados sostenidos por las pestañas, y hasta los párpados tersos e independientes son parte del buffet visual al que me veo enfrentado cada vez que debo presentar una mirada cómplice, una retroalimentación.
Quiero hablar de la fragilidad, de la humillación de la carne cada vez que te tomo de un brazo débil, a veces huesudo. Al sentir un tórax que sólo da espacio para costillas, y que pide perdón por la falta de protección con un par de senos, orgullosos. Grandes o pequeños, no lo sé. Pero que siempre buscan un momento de gloria para imponerse.
Quiero hablar de las piernas a veces, de las corvas tímidas, de las rodillas enclenques, de unos muslos carnosos, de tobillos frágiles, de pies suaves, de nalgas rebeldes guardadas en unos pantalones déspotas.
Tengo tantas cosas que hablar más allá de las tetas grandes, del culo firme, de la cara tierna...
Pero la verdad, lo único que quiero (y de verdad deseo)es poder, sin morir en el intento, decir a quemarropa: mijita rica.

domingo, 28 de agosto de 2011

*cha cha cacha*

*cha cha cacha*, *cha cha cacha* hace el tren en su constante movimiento
siento el remezón bajo mis muslos, hacia mi espalda, mi cabeza.
Mi mirada no lo siente: está entrenada para mantener la vista fija.
Pasan los árboles, pasan los postes, pasa un tren apurado hacia el otro lado.
Los cables descienden lentamente, suben y golpean un poste. Y descienden de nuevo.
A veces, si dejo de prestar atención, veo mi propio reflejo contra el vidrio, convirtiéndome en parte del paisaje: Estoy ahí sentado, esperando el tren.
La banca fría bajo mis muslos, endereza mi espalda, mi cabeza.
Mi mirada no lo siente: está entrenada para mantener la vista fija.
Pasa un tren, ralentiza, se detiene. Entra gente, sale gente, se va el tren. Y otro, y otro.
*cha cha cacha*, *cha cha cacha*, dejo de mirar mi imagen en la ventana.
El tren me mueve, apenas siento el empujón del respaldo, pero sé que avanzo más rápido de lo que podría con mis propios pies. Porque así somos quienes vinimos a viajar.
Caminamos paso a paso, espalda derecha, a veces encorvada-
Mi mirada no lo siente: está entrenada para mantener la vista fija.
Pasan los árboles, pasan los postes, pasa un tren apurado hacia el otro lado.
Los cables bajan lentamente, suben y golpean un poste. Y descienden de nuevo.
Ya no sé cuánto tiempo llevo en este tren, moviéndome.
Tampoco sé cuánto tiempo llevo, al mismo tiempo, esperando en el andén
*cha cha cacha*, cha cha cacha*

miércoles, 19 de enero de 2011

Nacer

Creo qeu todos nos preguntamos por qué no recordamos cuando nacimos, o cunado la vida comenzó.
A veces, uno se sienta con un pie sobre el otro, tapando la vena-no-sé-cómo-se-llama y duerme la extremidad... uno no la siente, ni tampoco responde... pero luego de un rato, el calor llega con un ligero hormigueo, retoma el color y uno empieza a sentir un dolor, es la vida inyectándose de vuelta al pie. O cuando uno se levanta de golpe y la lipotimia llega a un punto en que es imposible escuchar, ni ver... sólo se puede sentir la sombra de lo que se tiene al frente, para ver poco a poco cómo el mundo se arma frente a los ojos, con esa sensación de pesadez, que hace sentir cómo la cabeza se hace real, junto al mundo... Y no fue un momento de ver negro, sino de realmente no ver nada, ceguera y sordera casi absoluta. Si uno alcanza a verse al espejo mientras esto ocurre, puede ver su cara, pero no reconocerla como una cara... simpemente un borrón de colores que poco a poco logran formar una figura, de la cual sólo logro reconocer mis propios ojos, y veo cómo un rostro lívido se colorea de rosado con sangre perezosa que no logró subir en una primera instancia.
Me pregunto cómo debe haberse sentido comenzar la vida, o comenzar a ver las primeras imágenes, imagino ese dolor que se siente cuando la sangre reclama sus terrenos. Ese dolor vivo, no debe distar mucho la experiencia... ojalá pudiera recordar haber nacido.