viernes, 21 de septiembre de 2012

Y poco a poco el estudio se mete con mi vida personal
y poco a poco ya mis emociones y un diagrama de cuerpo libre
o mis decisiones y un análisis económico
se empiezan a fundir en una misma maraña neuronal.

Quisiera recordar cómo pensaba antes
o dejar de hablar de costo hundido o de costo de oportunidad
cuando quiero hablar de mi vida.
Tal vez quisiera aprender a dejar ir.

All in porque así es la hueá.
Sostengo sobre mi espalda como si me creyera Atlas
a ver si logro botar o dejar caer
ahora que aprendí a buscar lo que quiero
busco y encuentro
sin terminar de decir qué quiero.

Lo que encontré e hice ya es costo hundido
y mi inercia no me promete pausas
el costo de oportunidad solo se explicita
en las decisiones enjuiciadas.
La barrera de salida siempre fue alta
y cada decisión la levanta
a ver si estoy buscando lograr más
o quebrar más.

All in.

jueves, 24 de mayo de 2012

Pac-Man

Como una marraqueta con mantequilla
Como por satisfacer el hambre
Como por hacer algo,
como si masticar pan digiriera sentimientos.

Como porque tengo que comer
como me lo pide un estómago que palpita
como me ruge un corazón con hambre
Cómo como como bestia,
Cómo como solo,
Cómo como sólo
como nada más que un animal irracional que sólo supiera comer.


(Irracional) como sacarme un nombre de mi mente
Cómo ordenar prioridades
¿Cómo no enamorarme de canciones sucintas?
Como porque tengo hambre (       )

Como una pandemia en el noticiario
Como una canción vieja
Como una promesa de futuro
Como la ilusión que trato de tragar
A punta de pan y lácteos.

---
Como una marraqueta con mantequilla
Como para evitar fatiga
Como para ver si me quita el vacío
(me) como un nombre por casualidad

Tengo hambre.
(¿?)

domingo, 11 de marzo de 2012

SShhhhhhh

Te leo y callo. Hice y callo. Siento y callo.

Quiero hacerme un espacio para decir que si hay algo que aprendí este último año fue precisamente, a callar. Y he callado tanto que quiero hablar al respecto.

Este texto probablemente se verá como un ensayo escrito por un treceañero recién descubriendo la vida (cosa que tampoco es tan alejada de la realidad, a mis veintiuno me he encargado de preservar en algunos sentidos mi inmadurez intacta), pero hay pequeñeces que todavía me causan impresión. Mis ojos se cansan pero no se acostumbran nunca.

Creo que comenzó hace un año, después de que me vi entre dos personas con perspectivas distintas y quizás un sabor de vergüenza propia. Este pequeño conflictillo me impidió contar toda mi vida (cosa que hasta entonces era para mí algo natural). Recuerdo pequeños momentos en los que sentí que no quería hablar respecto al tema y empecé a callar. Me sentí dueño de ese recuerdo y poco a poco, empecé a valorar las personas que poseían mis experiencias en sus oidos. Comencé a sentir eventos como propios y los recuerdos tomaron un valor en sí, ya no necesitaba contarlos en voz alta para que sucedieran de nuevo. Además, tengo amigos lo suficientemente buenos y poco asertivos como para que me recuerden las estupideces que hago cuando saco el pecho más de lo necesario, siempre valoro eso.

Lo importante es que lo que al principio parecía ser silencio por vergüenza hoy en día es silencio por humildad. Es silencio por compasión. Es silencio por amistad.

Esto puede sonar a una huevada de autoayuda y hasta paradójica si pensamos que hablo de lo lindo que es callar, pero para mí representa un insight muy importante. No quiero ser tomado como ejemplo, la experiencia de callar es distinta para cada persona.

Callemos por humildad, por cariño, por diplomacia, por amistad.
Pero callémonos de vez en cuando.