domingo, 17 de octubre de 2010

Silencio

Acabo de gritar.
Usé fuerza, mas mi garganta no se dañó.

Luego, hubo silencio.
Y eso es lo que queda acá, por un buen tiempo. silencio.
Por un momento creí que terminar era más fácil. Quiero decir, sabía que era complicado, pero es mucho más complicado, en realidad.

Ahora, como soy un poco masoquista, escucho Alba Molina, la que empezó todo ésto, la que lanzó el hechizo.

Resulta que terminar tiene dos fases, una es la primera avanzada, dañas y rompes. Pones la idea al frente, pero se lleva a medias... Sin embargo, el lazo queda ahí. Y la parte realmente difícil: Es como cuando antes de pololear se esperaba a que el sentimiento floreciera y se asegurara en sí, se confirmaba. Ahora es una fatídica parodia de aquella canción. Pasa un tiempo en el que se deja que la mala hierba del adiós asiente sus raíces y opaque el paisaje. Luego, uno al sacar la maleza se da cuenta de que queda sólo un terreno, baldío.

Gritas. Usas fuerza, pero tu garganta no se rompe. Es la ilusión que acabas de romper que se expresa a través de tu cuerpo.

Luego, hay silencio.

Ahora...

2 comentarios:

Desmond Rentor. dijo...

No sabes cuánto sabemos, queridísimo amigo. No sabes, hasta que lo botas todo. Y la memoria ayuda (y golpea) bastante. Nada más queda que limpiarnos las rodillas, sacudir las manos, mirar el peñasco hacia arriba (recordad tapar el sol con una mano en la frente) y volver a escalar. La metáfora está siempre ahí. Ahora sabes. Sabes mucho.

Anónimo dijo...

Tendría que haber leido esto hace taaanto tiempo..mas me alegra haberlo encontrado hoy...