lunes, 23 de febrero de 2009

jondo

Rápido, pero no furioso... Una mezcla de experiencias, olores y sonidos...
Creo que si la segunda mitad de Febrero tuviese un soundtrack, José mercé y su veleta sería definitivamente el tema principal...
Acaso, tal vez, no lo sé, esté teniendo una tregua como Martín Santomé. Ojalá que no. Sentía que algo se había opacado, que habían cables que no hacían contacto. Una semana que prometía no traer ninguna variación del status quo estival, ese divagar por la vida en un inocente hedonismo minimalista (del cual me adjudico) me llevó a un balcón de un piso trece en el que, entre comentarios sobre acrofobias e ignoracia de las letras regetoneras llegué a un par de ojos que se salian de sus cuencas para mirar alrededor. Y aparentemente la gente que busca (no sé qué en realidad) me encuentra a mí.
La cosa fue dando signos de cambios a los que por un momento preferí considerar como algo normal, pero cuando una tarde sabatina pasó de ser un encuentro con una cara amiga fresca a un verdadero viaje, donde un viento extraño me hizo divagar del centro a la playa, de la playa a casablanca, de casablanca a reñaca, de reñaca a mi casa donde el sueño terminó con una jornada que consistió básicamente en mover mi piso violentamente, noté que aquí había una cierta excepción.
La mañana siguiente comenzó con la reminiscencia. De imágenes, canciones, colores, sueños y movimientos. Creí que esa mañana iba a comenzar con una sensación amarga de una movida inesperada, pero no. Fue un despertar eléctrico, vigoroso. Mi día lo pasé recordando imágenes sueltas que no conecté hasta que encontré la instancia para seleccionarlas una por una y en orden, momento que se dio ya bien entrada la tarde, con la ayuda que ofrece tener a alguien escuchando. Toda la incertidumbre me tenía algo inquieto, ansioso (aunque por ser justos a la verdad, siempre vivo con un poquito de ansiedad).
Esa vorágine dio paso a mis últimas dos semanas de vacaciones. Vacaciones que había ya considerado terminadas, vacaciones por las que no sentía pena despedir si la hora llegaba. Esas dos semanas que comenzaron con la sensación de estar siendo vigiliado por Cronos desde una esquina, que poco a poco se convirtieron en la redención de un verano maquinal, en dias en los que realmente me daba lo mismo ese famoso "fluir inexorable" del tiempo.
Creo que tengo más cosas que podría decir. Varias. Podría hablar sobre mi ignorancia completa del futuro. Y con futuro no hablo de meses ni años. Hablo de días, ni siquiera de semanas. Lo único que sé es que estoy a la deriva, disfrutando las corrientes que me llevan desde que sentí ese empujón súbito (agradable, pero súbito al fin y al cabo) que hizo que el tiempo corriera en Fast Forward condensando en dos semanas algo que parece haber consistido de un mes o más tiempo. Pero creo que me extendí más de lo necesario acá.
Ahora tengo que seguir viviendo(ahora que volví a vivir a "jondo").

2 comentarios:

Anónimo dijo...

creo que de verdad es lo mas lindo que alguien ha escrito..gracias por pensar en mi y dejarme ser parte de tu vida..te quiero mucho

Elaine dijo...

tenemos que hablar ian.